Nuestras rutas

Cuando vamos de un lugar a otro no necesariamente estamos perdiendo el tiempo en una actividad anodina, insustancial, que tenemos que hacer porque no tenemos otro remedio. A menudo sin un objetivo explícito, sin buscarlo, el desplazamiento resulta un descubrimiento y, por lo tanto, una fuente espontánea de conocimiento.

La idea del flâneur, que recoge Walter Benjamin en su obra Libro de los pasajes (Das Passagen-Werk, 1940), tiene mucho que ver con nuestro concepto de “paseante”, ya que va más allá de la relación particular del individuo con la ciudad porque abarca al conjunto de ciudadanos y ciudadanas, con toda su diversidad y su historia. Encontrarse con los vecinos y vecinas es la condición del flâneur o “paseante”: en definitiva, sentirse como en casa en cualquier lugar y ser el centro de una emoción compartida. En el Libro de los pasajes, Benjamin escribe que el flâneur no se limita a considerar los objetos que ve con sus ojos, sino que revive sus significados, como si fueran algo experimentado y vivido, y los incorpora a su conocimiento. Por eso, de la misma forma que la literatura o el cine han cambiado la percepción que teníamos de nuestra ciudad, queremos que las rutas antropológicas sirvan para crear nuevas imágenes del espacio público y para insertarlas en un relato que las explique de manera razonada.