Una ruta por el barrio gòtic que recorre aquellos espacios de conmemoración, habitualmente erigidos por el poder, pero también por grupos y entidades ciudadanas, con un mensaje explícito que nos interpela a rendir homenaje a un personaje o a rememorar un hecho político, social, cultural o religioso.
Los lugares conmemorativos son los espacios donde se encaran la memoria individual y la colectiva. Nos referimos a “lugares de memoria” porque en nuestro imaginario hay fuertes connivencias con el relato que los explica y que la mayoría aceptamos. A menudo están presentes elementos representativos del arte público, para hacer tangible este relato, pero no son los únicos. También encontramos otros elementos, más discretos, introducidos por grupos o colectivos de menor entidad, pero igualmente concebidos para apelar al individuo con un mensaje explícito.
Sin embargo, de todos los detalles significativos en el espacio público, los de carácter conmemorativo son los más controvertidos. A pesar de su propósito de interpelar a todo el mundo, los recordatorios de una persona o de un hecho, esparcidos por las plazas y las calles, cuando no pasan desapercibidos, a menudo tampoco consiguen suscitar la unanimidad pretendida por quien los promueve.