Una ruta por el barrio del raval que muestra la cara, convulsa y polémica, de la barcelona estigmatizada. El itinerario transcurre por lugares que han contribuido a elaborar su imagen de espacio “marginal”, y al mismo tiempo “exótico”, contrapunto de la barcelona ordenada y acomodada, volviéndose imprescindible para el equilibrio social.

La mayoría de los habitantes de una gran ciudad solo llegan a pisar una pequeña parte de ella, lo que no les impide tener una opinión del conjunto. Eso demuestra que nuestra noción de un lugar no depende de la experiencia personal. También desempeña un papel destacado la narrativa que se ha construido a lo largo del tiempo sobre ese lugar como suma de informaciones parciales y de supuestos deducidos de prejuicios. Por lo tanto, los lugares no son únicamente espacios de experiencia, sino receptáculos de los significados que les atribuimos a partir del relato dominante sobre la ciudad, es decir, de las marcas que ayudan a identificarlos en nuestro universo mental y que las redes de contactos y los medios de comunicación se encargan de difundir. En resumen, la novela, el cine o el periodismo, por citar algunos de los medios, contribuyen a la semántica de los lugares tanto como el tejido social y las relaciones vecinales. Y son estos significados sobrevenidos los que mediatizan y otorgan sentido a la percepción que tenemos de un lugar sin necesidad de conocerlo de primera mano.